En Cracovia, durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas alemanas de ocupación han forzado a los judíos polacos a vivir recluidos en un gueto. El empresario Oskar Schindler (Liam Neeson), de etnia alemana y miembro del Partido Nazi, llega a la ciudad decidido a hacer fortuna y comienza por sobornar a diversos oficiales de las fuerzas armadas alemanas y de las SS. Asimismo, adquiere una fábrica para producir menaje esmaltado. Para ayudarlo en la gestión del negocio, contrata a Itzhak Stern (Ben Kingsley), un contable judío que tiene contactos en el mercado negro y en la comunidad local de empresarios hebreos y que le ayuda a financiar la factoría. Schindler mantiene relaciones amistosas con los nazis y disfruta de cierta riqueza y estatus social como «Herr Direktor», mientras Stern se ocupa de la administración. Ambos contratan empleados judíos porque sus sueldos son inferiores por imposición alemana y porque Stern busca salvar a su pueblo de la deportación a los campos de concentración convirtiéndolos en trabajadores esenciales para el esfuerzo de guerra alemán.
El oficial de las SS Amon Göth (Ralph Fiennes) es destinado a Cracovia para supervisar la construcción del campo de concentración de Płaszów y cuando este se ha terminado, ordena la liquidación del gueto judío de la ciudad. Schindler es testigo de la brutalidad de su desalojo, en el que mucha gente es fusilada y asesinada, algo que le afecta profundamente. Se fija particularmente en una niña que viste un abrigo rojo mientras huye de los nazis y cuyo cuerpo sin vida puede ver poco después entre una pila de cadáveres. A pesar de todo, Schindler procura mantener una relación cordial con Göth y las SS, para lo cual se sirve de la adulación y el soborno. El oficial alemán es un hombre sádico que dispensa un trato brutal a su criada Helen Hirsch (Embeth Davidtz) y que gusta de disparar al azar desde el balcón de su villa a los internos de Płaszów. Testigo del horror que le rodea, Schindler decide que en lugar de enriquecerse tratará de salvar el mayor número de vidas judías que le sea posible. Con este empeño de proteger a sus trabajadores, convence a Göth para permitirle construir un subcampo junto a su fábrica.
Cuando los alemanes comienzan a perder la guerra, Göth recibe la orden de enviar a los judíos de Płaszów hacia Auschwitz. Es entonces cuando Schindler le pide llevarse a sus trabajadores a una nueva fábrica de municiones a su localidad natal de Brunnlitz. El oficial accede mediante la entrega de un importante soborno. El empresario y su contable Stern redactan la «lista de Schindler», en la que figuran los nombres de sus 850 empleados, que viajarán a la nueva factoría y de esa manera escaparán de morir en Auschwitz.
Sin embargo, el tren que transporta a las mujeres y los niños acaba por error en Auschwitz-Birkenau. Schindler se ve obligado a sobornar al comandante del campo, Rudolf Höß (Hans-Michael Ehberg), con una bolsa de diamantes para que los libere. Ya en la nueva fábrica, el empresario prohíbe a los soldados de las SS que entren y anima a sus trabajadores judíos a celebrar el día sagrado del Sabbat. Durante los siguientes siete meses, Schindler gasta la mayor parte de su fortuna sobornando a militares alemanes y comprando munición ya terminada de otras empresas, pues se niega a que la fábrica produzca armamento. En 1945 se queda sin dinero, pero para entonces los alemanes han sido derrotados y la guerra en Europa ha acabado.
Como miembro del Partido Nazi con contactos en las altas esferas, Schindler debe huir ante el avance del Ejército Rojo. Los guardias de las SS han recibido la orden de matar a todos los trabajadores judíos, pero el empresario los disuade diciéndoles que pueden regresar con sus familias como hombres, en lugar de como asesinos. Se despide de sus trabajadores y se prepara para partir al oeste con la intención de rendirse a las tropas estadounidenses. Los judíos le entregan un documento en el que explican su papel en la salvación de vidas y un anillo de oro con una inscripción del Talmud: «Quien salva una vida, salva al mundo entero». Schindler se emociona, pero también se avergüenza porque cree que pudo salvar todavía más vidas. Al amanecer del día siguiente, un soldado soviético llega a la fábrica y anuncia a los trabajadores que han sido liberados. Todos parten de inmediato y caminan hasta la localidad más cercana.
Después de unas escenas en la que vemos la ejecución de Amon Göth y una reseña de la vida de Schindler tras la guerra, las imágenes en blanco y negro dejan paso a una escena en color de los auténticos judíos de Schindler rindiendo tributo a su salvador en Jerusalén. Acompañados de los actores que les dan vida en el filme, cada uno deja una piedra sobre la tumba del empresario. En la última escena, el actor Liam Neeson coloca un par de rosas.
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